sábado, 20 de septiembre de 2014

El krill, el rey de los omega-3



El krill, el rey de los omega-3

El aceite de krill está especialmente indicado para mejorar la memoria y la concentración, evitar los despistes, frenar el TDAH y el Alzheimer, y tratar los problemas de vesícula biliar y cálculos renales, entre otros.

Que los omega-3 son muy buenos e indispensables para el cuerpo es bien sabido por todo el mundo; pero que hay diferentes tipos de omegas y que, en función de lo que queramos reforzar, nos hacen falta unos más que otros no lo conocemos tanto. El original, el aceite de krill NKO (NKO = Neptune Krill Oil), está producido por la empresa canadiense Neptune Technologies, que consiguió descubrir y patentar el proceso para la extracción en frío del aceite de este pequeño crustáceo, parecido a una gamba pero mucho más pequeño, que se pesca de forma sostenible en el Océano Antártico, y que tiene una grasa tan buena. Gracias al plancton y a las gélidas aguas, el krill es un auténtico superviviente sanísimo y resistente, y por eso su grasa es un punto y aparte en el mundo de los omegas.

La hiperactividad infantil y los problemas cerebrales

David comenzó a manifestar síntomas de hiperactividad con tres años. Ya en plena adolescencia, algunos de los pediatras y psicólogos tuvieron claro el diagnóstico: síndrome de TDAH, trastorno de déficit de atención. Jaime, el padre, lo cuenta aún con la voz rota. Se nota que ha sufrido mucho por este motivo. “Piensa que le era muy difícil mantener la concentración para hacer una sola cosa, le costaba memorizar, centrarse y eso le hacía sufrir. Los niños hiperactivos sufren porqué se dan cuenta que no tienen el control de ellos mismos y tienen pensamientos reiterativos, depresivos”. Un día, la doctora Isabel Fernández les habló del aceite de krill, y la pediatra María Teresa Guarín también. “Nos cambió la vida”. Desde entonces toma krill y ya no lo ha dejado. Él mismo lo notó mucho: de repente podía controlar sus impulsos, podía prestar atención”. David, además, es un chico muy inteligente y que, impotente por no poder controlar esa hiperactividad mental, se volvió más irritable, más agrio de carácter. Jaime añade: “Este cambio tan radical lo he visto también en personas adultas sanas. Yo también tomo krill cada mañana, a modo de mantenimiento”. El sistema nervioso y el estado del ánimo mejoran, y todo está vinculado al cerebro. Me lo cuenta con todo tipo de detalle el neuropsiquiatra Javier Aizpiri, que ya hablaba de omegas y fosfolípidos hace treinta años cuando nadie los recomendaba. “El 60% del cerebro es grasa y el 30% son fosfolípidos (las grasas de las membranas de las neuronas) que ayudan a los neurotransmisores del cerebro a funcionar mejor. Estos fosfolípidos, antes, estaban presentes en la dieta: los sacábamos del pescado azul, del huevo, el marisco, la lecitina de soja… Hoy, que la mano del hombre ha empeorado tanto lo que nos llega al plato, ya es otra cosa. “Qué comemos? Los padres no dan pescado azul a sus hijos porqué tienen espinas y no les gusta”. De hecho en los restaurantes se ven obligados a vender doradas y rape porqué los adultos tampoco quieren caballa. “Comen una esquinita pequeñita de pescado blanquito. Resultado: deficiencia de omegas. “Las adolescentes toman leche desnatada, igual que sus madres, para no engordar, y es un suma y sigue. Éste es el drama y así estamos: con unos desarrollos cerebrales pobres y alterados ya desde jóvenes”, alerta Aizpiri. De hecho, hasta se han estudiado mejoras notables en trastornos sicóticos y bipolares.
Por eso es tan recomendable el omega-3 durante el embarazo: en particular el DHA, ayuda al correcto desarrollo y funcionamiento del cerebro del bebé. Además, los tóxicos no sólo los ingerimos con los alimentos y la contaminación. El estrés de la vida moderna nos intoxica más que nada, así que nuestro cuerpo necesita más fosfolípidos que nunca para expulsar estas toxinas y estrés oxidativo que nos enferma, cuenta Tina Sampalis, oncóloga-cirujana, especialista en cáncer de mama y vicepresidenta de I+D en la empresa Neptune. “El krill es la nueva y noble fuente de nutrientes que aporta exactamente lo que el cerebro necesita para funcionar correctamente”, remata.

Adiós al Voltarén

Pedro L. conoció el krill cuando se introdujo en España en 2006. Sufría de dolores de espalda agudos y crónicos, agraviados por una escoliosis. “La última vez que tuve contacto con el Voltarén fue cuando hice limpieza del armario y vi allí las cajas que habían caducado hacía ya tres años”. Pedro toma todos los días una perla de krill (la dosis para una inflamación muscular o articular es de una perla pequeña). Maite, como Pedro, dejó el ibuprofeno y después de un invierno de krill, aún un poco escéptica, recapacitó: “Esto no ha sido porqué no haya hecho frío este invierno…” Para obtener más omega-3, la primera solución es cambiar ciertos hábitos alimenticios, y la segunda aportar al organismo estos fosfolípidos esenciales, puros y que no han sido intoxicados o manipulados por la agroindustria. Javier Aizpiri, respira, y prosigue, entusiasta, con los argumentos. “Aún te diré más: el aparato digestivo está directamente ligado al cerebro; es nuestro segundo cerebro. Una falta de fosfolípidos en las paredes intestinales nos perjudica los intestinos e inhibe la serotonina que está ahí concentrada en un 80%.

¿En qué casos Xevi Verdaguer receta krill?

Cuando receto omega-3 a un paciente y sé que no tiene muy bien la vesícula biliar, le recomiendo aceite de krill más que otros omegas que provengan del atún o la sardina”. El motivo es que los omega-3 del pescado azul son excelentes, pero necesitan bilis para emulsionarse y absorberse después en el intestino. Por eso repiten. Si aquella vesícula biliar tiene piedras o arena, es decir, hay obstrucción, los omegas no se absorberán bien. En cambio, el krill lleva consigo los fosfolípidos para que se digieran solos y por eso no repiten. “Si haces unas heces amarillentas o pastosas o flotan, debes mirarlo porqué tu vesícula te está pidiendo una limpieza”, cuenta Verdaguer. “La diferencia del krill con otras fuentes de omega-3 es que éste incluye fosfolípidos en la misma molécula, y eso lo hace más biodisponible; es decir, se absorbe mejor”.





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